El término «coach» o «coaching» es un vocablo ya muy conocido en el castellano. Cuando se traduce (que es cada vez menos frecuente), la traducción más común es «entrenador» seguida de «asesor personal» y cosas por el estilo. Por otra parte, muchas personas conocen la misma palabra con su acepción de «carruaje» o «diligencia» y, en tiempos más recientes «autocar».
Y ¿qué diablos tiene que ver una cosa con la otra? ¿Qué conexión puede hacer entre un entrenador y un medio de transporte?
Cierto es que el término «coach» inicialmente significaba «carro» «carruaje» «carroza» y un relativamente largo etcétera de otros diferentes variantes de este medio de transporte. La palabra proviene del nombre del pueblo Húngaro, Kocs (al igual que «kotsche» en aleman, «coche» en francés y «coche» en castellano). Kocs fue el lugar donde inicialmente se fabricaba este tipo de vehículo. Desde el siglo 15, se encuentran palabras parecidas en la mayoría de los idiomas europeos.
Pasamos al siglo 19 (por el año 1830) en la Universidad de Oxford donde ha habido un incremento notable en la cantidad de estudiantes – no todos los que se dedican precisamente a estudiar. Sin embargo el sistema educativo iba siendo cada vez más exigente. Los exámenes que se presentaban en las vidas de los jóvenes aristócratas y hijos de familias acaudaladas que formaban la mayor parte del cuerpo de estudiantes aparecían para muchos de ellos como un escollo o barrera en su camino o, como mínimo, un tramo difícil de recorrer. Para ayudarles a recorrer este camino difícil que iba de un lado al otro de los exámenes, se presentaban los tutores privados especializados, hombres profesionales del mundo académico cuyo cometido era identificar exactamente lo que le faltaba a cada joven aspirante para poder aprobar con éxito su carrera universitaria. Ya existía la figura del maestro de esgrima, de baile o de canto que ayudaban en materias muy específicas. Ahora venía el «maestro personal para los exámenes».
Y en el argot universitario de aquel entonces aparece una nueva referencia: el «coach» o «carruaje» como «el (medio) que le lleva a uno hasta el final de los exámenes». Se puede imaginar el tipo de diálogo que surgía al respecto:
«El no tiene ningún problema – se puede permitir un «carruaje» (coach) – ¡así cualquiera!».
Como ocurre muchas veces con el argot, lo extraño de la metáfora persona – medio de transporte contribuyó a que se hiciera popular. En muy poco tiempo el términó pasó al vocubalario común de los universitarios (y, cuando se licenciaban, pos-universitarios) de modo que para 1860 aproximadamente y se había acuñado el término y se utilizaba también en relación con el deporte – inicialmente en el contexto de los equipos universitarios de la famosa regata entre los equipos de remo de Oxford y Cambridge.
A partir de allí «coach» se utilizaba cada vez más en relación con la persona que se dedicaba a ayudar a las personas o (especialmente) los equipos a sacar lo mejor de si mismo. Entrenar era, por supuesto una parte de esto pero entrenar como actividad tiene que ver con practicar sistemáticamente ciertas actividades generalmente consideradas como buenas para el deporte que fuera (por ejemplo correr en «sprint» o remar series) mientras que el coach se dedicaba más a identificar lo que podría ayudar a las personas específicas de un equipo específico a mejorar su desempeño.
Entrenar y entrenamiento (training) es un tipo de intervención complementario pero no sinónimo con «coaching».
El modelo DBM de Consultoría Sistémica ofrece una manera de comprender e integrar todos los diferentes procesos de intervención.
Tim Ingarfield