De las tecnologías de cambio que emergieron a finales del siglo XX, la Programación Neurolingüística PNL es, probablemente, una de las más efectivas e interesantes. Desde luego que es la que mayor envergadura de aplicación tiene. Pero lo que le hace de especial interés es la manera en la que se creó. La creacion inicial de la PNL fue un ejemplo básico y naturalístico de algo que tiene una importancia especial para la DBM – modelar.

Desde el principio, el enfoque de sus creadores – Richard Bandler y John Grinder – fue práctico. Enfatizaban la investigación y la curiosidad y se interesaba principalmente por lo que funcionaba – más allá de las teorías e interpretaciones. Ellos partieron de la base de que entre los muchos terapeutas y agentes de cambio que estaban trabajando en EEUU en aquel entonces, había algunas personas que destacaban por los resultados que conseguían. Identificaban a esta personas como “magos” y se propusieron poner a disposición de todo el mundo “la estructura de la magia” que hacían estos “magos”.

Está claro que desde entonces ha llovido mucho y la calidad del trabajo de cambio disponible ha cambiado – en parte debido a la propia influencia de la PNL. Por otra parte, es cierto que los propios creadores de la PNL no supieron enseñar en detalle lo que era este proceso – “modelar” – que ellos hacían. Aún así, es muy importante el espíritu de investigación, la actitud con que emprendieron su singladura y la manera en que intentaban poner a disposición de todos lo que solo los mejores podían hacer. De este espíritu aplicado mediante la observación y atención a la evidencia, surgió la PNL.

La PNL es, por tanto, un ejemplo muy interesante de una tecnología de cambio y del proceso de crear esa tecnología.