Aldous Huxley, peyote, sanguijuelas y la PNL tradicional
Un tema recurrente y reincidente que comentan las personas en muchos de los cursos que hacemos es la cuestión de los «filtros perceptivos» – aquello de que «distorsionamos» la «realidad» impidiendo que llegue en estado puro la información o dándole nuestro toquecillo personal. La noción es plausible, popular y hasta entrañable. Lamentablemente es, también, errónea.
Hace algún tiempo escribí este artículo al respecto para el blog PNLRemodelada…
Una gran aportación de la PNL es la insistencia – aunque quizá no tanto en la PNL «de tercera generación» – en la importancia de la práctica y desarrollo de la agudeza sensorial. En cambio, uno de los grandes mitos de la PNL está muy relacionado con ella. Es el mito de «los filtros perceptivos».
Uno de los diagramas que más frecuentemente se encuentran en los manuales de la PNL (casi con la misma frecuencia que “el iceberg” de los “niveles neurológicos” o la “cara risueña” de las “claves de acceso ocular”) es el de los “filtros perceptivos”. Típicamente se ve una persona (en primer plano), lo que hay más allá de esa persona (su entorno o el mundo), una flecha o unas flechas yendo desde el entorno hacia la persona y una línea en medio que impide o condiciona el paso de las flechas. Esta línea tiene la etiqueta de “filtros”.
La idea es que existen filtros perceptivos entre el mundo y “nuestro interior” o “nuestra mente”. Hay diferentes descripciones de qué son estos filtros (algunos hablan de “creencias” otros de “prejuicios”, otros de los propios sentidos – véase más abajo por ejemplo el comentario de Robert Dilts).
Pero antes de ir a la descripción de Dilts, vamos a parar un momento a considerar – y cuestionar – la propia metáfora de “filtro”. ¿Realmente es una descripción válida y útil (sin mencionar la palabra certera) de la percepción?
Un filtro tiene una estructura y función especificas. La estructura es de impermeabilidad variada y la función es la de impedir el paso de algún elemento natural o presente de forma circunstancial. Por ejemplo hay filtros de café hechos de metal con zonas que no permiten al paso ni del líquido ni de los sólidos del café y con agujeros lo suficientemente pequeños para permitir el paso del líquido pero no de los sólidos. Hay otros hechos de papel que permiten el paso del líquido por toda la superficie pero no impiden el paso de los sólidos. En ambos caso quedan en el filtro restos sólidos de café seco, restos que conviene limpiar de vez en cuando.
Pero la investigación actual indica que nuestra percepción no funciona como una cafetera. El proceso es, en general mucho menos mecánico y es, de hecho, un proceso activo de selección y creación no de filtración.
La clásica descripción de la PNL tradicional
La descripción “PNLista oficial” suele empezar con una referencia más o menos directa a la noción de la «válvula reductora cerebral» de Aldous Huxley de su libro “Las Puertas de la Percepción”. Recuerdo el impacto que tuvo esta noción en mi cuando lo leí ( a Huxley) por primera vez. La idea de Huxley era que estamos siendo constantemente “bombardeados” de información – demasiada información para poder funcionar conscientemente con ella. Por tanto necesitamos una especie de “válvula” que reduzca la cantidad de información que recibimos a dimensiones manejables.
Ignoro el detalle del proceso que le llevó a Huxley a la metáfora fontanera de la “válvula reductora” pero sé que en el citado libro le interesaba relatar qué pasaba cuando se utilizan las drogas alucinógenas (en este caso la mescalina) más que un intento serio de modelar cómo esto ocurría. Su planteamiento era que la mescalina interfería con el funcionamiento de la “válvula reductora” de modo que algo más (que no toda) de la información procesada a nivel inconsciente pase al consciente. Era su explicación – algo primitiva pero bastante gráfica – del efecto de las sustancias alucinógenas
Una metáfora similar subyace el trabajo de Freud en su noción de represión y está presente en muchos más sitios entre los cuentos folclóricos y mitos de diferentes culturas del mundo. Esto es lógico: el fenómeno de filtración y bloqueo de caudales se puede observar en muchos lugares de la naturaleza.
Así que cuando encontré por primera vez en un curso de Practitioner en PNL tradicional la noción de filtros perceptivos ya me sonaba a una idea entre plausible y muy razonable.
Y como ocurre con otras muchas metáforas, la metáfora de los filtros perceptivos (y por supuesto las plausibles pero completamente absurdas nociones de “limpieza de filtros” o, para mayor sin sentido todavía, “limpieza profunda de filtros”) es consistente con muchos aspectos de la sensación subjetiva. Cuando pensamos de cierta manera – por ejemplo, acotamos con más precisión los límites entre diferentes ideas – la sensación que lo acompaña es a menudo de alivio o despeje – muchas veces asociado con la limpieza – como si algo se hubiera quitado del medio: una sensación parecida a cuando se limpia el vaho de las gafas por ejemplo, o cuando se quita un atasco de pelo acumulado en la tubería del baño.
Aquí reproduzco la descripción de Dilts (de la “Enciclopedia de la PNL”)
“Perceptual filters relate to the fact that our sense organs have been designed to register different types of stimuli and information from our environment. According to Aldous Huxley our senses operate like a type of “reducing valve” that filter out massive amounts of information and prevent us from being overwhelmed.”
“Los filtros perceptivos tienen relación con el hecho de que nuestros órganos sensoriales han sido diseñados para registrar diferentes tipos de estímulos e información de nuestro entorno. Según Aldous Huxley, nuestros sentidos operan como un tipo de “válvula reductora” que filtran cantidades masivas de información y así impiden que nos encontremos abrumados. “
Y continua:
“From the NLP perspective, our perceptual apparatus deletes, distorts and generalises information in order for us to build our models of the world.
Desde la perspectiva de la PNL, nuestro aparato sensorial, elimina (“delete” en inglés no se traduce como “omitir” sino como “eliminar” o “borrar”), distorsiona y generaliza la información para que podamos construir nuestros modelos del mundo.”
Al margen de la cuestionable utilidad de agrupar todo lo que hace nuestro aparato sensorial bajo los epígrafes algo aleatorios de “eliminar, distorsionar y generalizar” (ya se que son los supuestos “procesos universales de modelado” del metamodelo pero no he visto ningún argumento convincente de que sean otra cosa que aleatorios), llamar a este proceso “filtrar” o describir la manera den que funcionan como algo que tenga que ver siquiera remotamente con “filtros” es patentemente erróneo.
Lo que hace nuestro aparato perceptivo es responder a aquello a lo que está “diseñado” para responder y no a otras cosas. Además, e irónicamente en este caso, decir que nuestro aparato perceptivo no solo “suprime” (o “borra” – “omite”), sino que también distorsiona y generaliza la información ya es equivalente a desmentir la metáfora del filtro. No existe, que yo sepa, filtro alguno que generaliza. Tampoco es la función de un filtro distorsionar – este puede ser un efecto “secundario” pero la función de un filtro es la de impedir que pase algo de un lado del filtro a otro – normalmente en un liquido o gas o una mezcla de liquido con sólidos.
No oímos lo que oyen los perros no porque algo esté impidiendo que pase el sonido sino porque nuestro aparato auditivo no responde a las mismas frecuencias a las que responde el de los canes. No tenemos oídos taponados sino relativamente insensibles. Podría decirse lo mismo de nuestro olfato o visión. Pero si no vemos detalle microscópico sin la ayuda de un microscopio no es que estemos filtrando información detallada. Es que no lo vemos. No está disponible esa información sin la ayuda de algún aparato que extienda el alcance de nuestros sentidos. Ocurre igual con no oír lo que pueden oír los perros.
No hay filtro ni hay bloqueo por un muy sencillo motivo. El proceso de percepción es activo y selectivo. Lo que no percibimos es que no lo percibimos. Es una capacidad que no tenemos la de responder a ciertas frecuencias sin la ayuda de ciertos aparatos – de la misma manera que no podemos volar sin la ayuda de un avión, helicóptero o similar.
Distingamos, pues, entre lo que el aparato es capaz de hacer y el uso que hacemos de lo que tenemos.
Y todo esto, ¿qué más da?
Pero – mientras funcione la idea ¿importa si es correcta o no es correcta? ¿No dicen los mismos Bandler y Grinder que no les importa la verdad sino la utilidad? ¿No es un tanto pedante este cuestionamiento? Pues no, no lo es …y no lo es por varios motivos:
Lo primero, y más importante es que es, precisamente cuestión de utilidad. La noción de que hay filtros tenderá a inducir a todo tipo de intervención extraña en pos de cambiarlos, quitarlos, limpiarlos y a sbaer qué más. Todo ello tendente a distraer la atención de los procesos de construcción-
Otro es que la propia noción de “¿qué más da cómo funciona mientras funcione?” es un ejemplo de pensamiento mágico y profundamente anti – científico. Si no sabes cómo funciona algo no puedes hacer que funcione de forma sistemática. Como mucho lo podrás intentar “invocar”. Es como quien da un golpe a su televisor cuando la imágen se distorsiona. Aunque la imágen vuelva, podría pasar mucho tiempo maltratando a sus equipos electrónicos a partir de la noción de que “no sabe como pero darle una ostia funciona.”
Otro es el hecho que el uso que se hace de un fenómeno dependerá en gran parte de la idea que se tenga de ello., más específicamente de cómo y por qué funciona. No tiene mucha gracia la cantidad de person que intentan, muy en serio, “hacer una limpieza” de sus filtros. O, lo que es peor pagar a otros a que lo hagan. Si crees que los hay es lógico querer hacerlo por pura higiene.
Otro también muy importante es este. Muchas veces, hay una gran diferencia entre un fenómeno en si y la descripción y explicación que se hace de ello. Sin embargo es muy importante que la descripción sea eso, una descripción (y no una interpretación) y que la explicación se base en evidencia. Un ejemplo algo extraño pero ilustrativo es el uso en la medicina de la hirudoterapia – o sacar la sangre con sanguijuelas.
Las sanguijuelas
En tiempos muy antiguos y medievales el uso de sanguijuelas en la medicina se debía a una teoría mecanística – cuantitativa y metafórica. Según la teoría de los humores y las pasiones, cualquier enfermedad que produjera enrojecimiento en la piel o los comportamientos “sanguíneos” era el resultado de un exceso de sangre. De hecho era general la idea de que toda enfermedad se debía a la “discrasia” o desequilibrio en los humores. Uno de los remedios para restablecer el equilibrio (o “eucrasia”) era sacar la sangre.
Esta idea parece evidencia de un principio bastante cabal – el del equilibrio (y en esencia la base de la, más moderna, idea de la homeostasis). Pero distaba mucho de ser una descripción lo suficientemente certero como para poder basar sistemáticamente las intervenciones en ello. Y, como es sabido. el resultado fue desastroso en muchos casos.
Curiosamente, fue el intento de introducir cierto control en el proceso de sacar la sangre (frente a maneras más agresivas como los dispositivos de cuchillas y canutillos) y notar también el efecto anestésico de la sanguijuela que condujo a su uso más extendido hasta llegar a niveles absurdos. A mediados del siglo 19 se intentaba curar todo desde los dolores de cabeza hasta la impotencia con la humilde sanguijuela. Según algunas fuentes, en el año 1846 se utilizaron 40 millones de sanguijuelas solo en Francia. La producción y comercio de sanguijuelas era un negocio de primera línea. En los criaderos de sanguijuelas se utilizaban caballos viejos como “pienso para sanguijuelas” introduciéndoles en el agua y obligándoles a quedarse allí hasta morir de anemia.
Todo un exceso. Aunque, curiosamente, resulta que la sanguijuela está volviendo a la medicina. El hecho de que se puede sacar cantidades controladas de sangre de zonas muy específicas y con anestesia natural es un plus en la microcirugía.
Pero evidentemente no era el fenómeno del efecto de las sanguijuelas lo que condujo a los excesos sino la explicación de fondo de los procesos de curación por equilibrio de los humores. Al margen de la realitva facilidad con la que se podría criar los bichos en cuestión, era la propia idea de que quitar cierta cantidad de sangre a un enfermo volvería a establecer un equilibrio entre los humores lo que contribuía al crecimiento de la industria hirudinicultiva más que una observacion detallada del efecto de las sanguijuelas.
Esta idea parte de una descripción metafórica – en términos mecánicos y cuantitativos – de procesos patológicos que no son ni una cosa ni la otra.
Una metáfora es una descripción de algo en términos de otro algo. Muchas veces es una descripción de algo desconocido o solo parcialmente conocido (la percepción) en términos de algo conocido (el uso de los filtros). La utilidad de esto es que ofrece un buen punto de partida – siempre y cuando continuas cuestionando. La pega es que solo hay un solape parcial entre las dos cosas. Sin embargo si aceptas la metáfora como descripción (“la percepción es un proceso de filtrado”) entonces plantea algunas preguntas absurdas como “¿dónde están los restos de lo que se filtra? ¿Como limpiamos los filtros?” De hecho esta segunda pregunta está presente implícitamente en la idea de “canales sensoriales limpios”. Alguien muy crédulo ¡podría desperdiciar mucho tiempo intentando limpiar sus filtros o desatrancar sus canales sensoriales!
Más significativamente, si entiendes la percepción como un proceso de selección activa entonces es cuestión de lógica que la agudeza sensorial (y la de otros tipos) es más una cuestión de disponer de distinciones y hacer uso de ellas. Comprobar que este es el caso es muy fácil basta con pensar en la diferencia de agudeza entre un experto buscador de setas y un novato. La diferencia es entrenamiento en el uso de distinciones y saber activarlas no en “limpiar” unos “filtros perceptivos” que no existen.
El proceso de modelar es, en parte, precisamente eso – el desarrollo y organización de distinciones útiles que permitan hacer diferencias reales y útiles en el mundo real.
¿Entonces qué? ¿No es cierto que hay mucha diversidad y que cada uno entiende las cosas a su manera? ¿No es cierto que los “filtros” es una manera de describir esa diversidad? Pues sí diversidad, claro que la hay. Mucha más incluso de lo que solemos reconocer. Es precisamente entender y aprovechar la enorme riqueza de la experiencia humana (eso de “ser humano”) lo que persigue el modelar. Sin embargo utilizar como modelos “formales” (no olvidemos que esto figura en la “enciclopedia de la PNL”) metáforas simpáticas y pintorescas (y especialmente creertelos) no ayuda mucho en esa actividad.